jueves, 9 de septiembre de 2010

Menos vírgenes y rosarios: más respeto a los derechos humanos ¡Basta de impunidad!


En el actual contexto político, con la derecha en el gobierno, los derechos de las mujeres no sólo se ven severamente amenazados sino que van en franco retroceso. En efecto, las políticas que promueve la actual administración han puesto el énfasis en la afirmación de los roles más tradicionales para las mujeres: la familia y la maternidad en primer orden como lugar de destino, al cual las mujeres debieran subordinar cualquier otro proyecto de vida.


Los pronunciamientos y anuncios programáticos del gobierno, no sólo a través del Sernam, sino también de otras instituciones, muestran ignorancia acerca de los avances en derechos humanos establecidos internacionalmente en un sinnúmero de tratados y convenciones de los cuales el Estado chileno es parte. Hoy es mundialmente reconocido que la violencia contra las mujeres es un grave problema social y constituye una violación a sus derechos humanos, cuyo origen principal se encuentra en las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres. Estos logros de las mujeres a nivel internacional parecieran querer ser borrados de una plumada en las ‘célebres’ palabras de la actual ministra de Sernam ‘la guerra de los sexos ha terminado’, pronunciadas simbólicamente y con desparpajo en el día del padre. Reducir la discriminación que vivimos las mujeres a una ‘guerra’ no permite distinguir que se trata de un asunto de derechos y garantías fundamentales que toda democracia debe otorgar a las personas, y que las mujeres hemos hecho una larga trayectoria para identificarlos y situarlos como tales.


Este gobierno desconoce que las personas cuyos derechos humanos han sido violados, sometidas a tratos crueles y degradantes, no pueden ser atendidas ni reparadas en su dignidad junto a su victimario; y parece considerar la violencia contra las mujeres como un asunto de menor importancia cuando promueve la implementación de atención sicológica de los agresores en las mismas instalaciones en que se atiende a las mujeres que viven violencia, cuestión que se implementaría a partir de septiembre como parte del Programa “Chile Acoge”. El abordaje de la violencia contra las mujeres y el tratamiento a las víctimas debe considerar elementos éticos sustantivos entre los cuales cabe mencionar, en primer lugar, que se trata de una infracción criminal, y que las acciones que se emprendan no deben generar revictimización por parte de aquellos que pretenden apoyar a las mujeres que viven violencia -como señala la Organización Panamericana de la Salud.


Los programas del gobierno de Piñera orientados a las mujeres se instalan sobre la base del reforzamiento del rol de cuidadoras de los otros, sostenedoras materiales y emocionales de la familia y la comunidad para las mujeres, a costa de su propio bienestar y sin que ello signifique mejorar su participación en la toma de decisiones y en el acceso a la propiedad de bienes que contribuyan a su autonomía. El llamado a las mujeres a ‘levantar Chile’ en los programas de reconstrucción post terremoto y la creación de la comisión ‘Mujer, trabajo y maternidad’ así lo muestran. Los derechos relativos al control de nuestros cuerpos, al disfrute de la sexualidad, a la elección de una orientación sexual distinta y a una maternidad voluntaria seguirán vetados en este gobierno. La Sra. Schmidt solicitó expresamente que no se mencionen los derechos sexuales y reproductivos en la declaración de Consenso de la XI Conferencia Regional de la CEPAL recientemente celebrada en Brasil, mientras la Sra. Ossandón, vicepresidenta ejecutiva de la Junji, reforzaba - entre vírgenes y rosarios- prejuicios clasistas y discriminatorios hacia las mujeres.


La violencia contra las mujeres tiene una dimensión institucional. La discriminación, explotación y abuso que sufren las mujeres mapuche a manos de las fuerzas militares y de orden, de los empresarios, y de los dispositivos de poder del Estado, es ejemplo de ello. Las mujeres mapuche deben soportar el asedio en sus casas, el hostigamiento hacia sus hijos e hijas y la invisibilización de la violencia que las afecta como mujeres.


El movimiento de mujeres ha transitado un difícil camino para visibilizar la violencia contra las mujeres en sus dimensiones social y política. En 1994, la primera legislación redujo la violencia contra las mujeres al espacio doméstico, y subvaloró sus consecuencias calificándola como una simple falta. Hoy sabemos que esta violencia específica puede terminar en muerte.


El femicidio, es el resultado extremo del continuo de violencia contra las mujeres, en lo privado y/o en lo público. A pesar de las resistencias que han manifestado algunos sectores políticos para tipificarlo como delito, próximamente se votará en el congreso la ley que lo sanciona. Esto es un logro de las mujeres organizadas, que rompe la neutralidad del concepto ‘violencia intrafamiliar’ e identifica que son mujeres las asesinadas, aún cuando el proyecto de ley es insuficiente en tanto no considera los asesinatos perpetrados por novios, pololos, o desconocidos que agreden sexualmente a las mujeres y las matan.


La violencia contra las mujeres existe porque nuestra sociedad lo permite e incluso la considera normal. Llamamos a las mujeres a no tolerar la violencia en ninguna de sus formas, a no tolerar la impunidad de los agresores, a exigir justicia, y a solidarizar con otras mujeres cuando son violentadas. Esa es nuestra fuerza.


Mujer, si te agreden ¡RESPONDE!

¡El silencio es cómplice!


Arica Septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES NO VA MAS.avi

Periodismo de género: otra mirada de la realidad


Un libro -recientemente publicado- compila una serie de escritos sobre el uso del enfoque de género para hacer periodismo. Sugiere cómo tratar desde este punto de vista algunos temas frecuentes de la agenda de los medios, como violencia contra la mujer, salud sexual y reproductiva, y trata de personas.

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTOS. GENTILEZA ARTEMISA Y EL LITORAL.

Es frecuente que leamos o veamos en los medios de comunicación noticias que tienen que ver con hechos de violencia contra las mujeres, generalmente tratados de manera “escandalosa”, sobre todo cuando hay “condimentos” adicionales si la mujer es conocida públicamente o tiene dinero.

Otros temas candentes en los últimos tiempos refieren a la trata de personas y al uso de lenguaje sexista para hablar de ciertas cuestiones vinculadas con las mujeres. Pero, en todos los casos, no siempre son tratados pensando si ese hecho periodístico afecta de una manera distinta a las mujeres y a los hombres.

Por este motivo, Sonia Santoro y Sandra Chaher, periodistas, se pusieron a trabajar para brindar herramientas para hacer periodismo de género a periodistas, comunicadores, activistas del movimiento de mujeres o del feminismo, académicas interesadas en esta temática y el público en general.

Fueron las encargadas de compilar escritos hechos por académicas y periodistas sobre este tema, de los que surgió el libro “Las palabras tienen sexo II. Herramientas para un periodismo de género”, publicado por Artemisa Comunicación Ediciones, que fuera presentado el 10 de agosto pasado en Buenos Aires.

En diálogo con Nosotros, Sonia Santoro recordó que “el primer libro -publicado en julio de 2007- está basado en el primer curso que dimos en Artemisa Comunicación, de Periodismo con Enfoque de Género, con clases teóricas y prácticas. En este segundo queríamos seguir pensando y dándonos herramientas a nosotras mismas y a otros periodistas para trabajar el enfoque de género en sus notas y actividad cotidiana”.

“También pensamos -precisó- que debía haber, nuevamente, una conjunción de teoría y de reflexión sobre la práctica. Por eso convocamos a académicas como una antropóloga feminista que habla sobre la historia del movimiento de mujeres en el siglo pasado en la Argentina, o una especialista en masculinidad que escribió sobre cómo reflexionar acerca de qué hacen los medios con los hombres, y analizó el periodismo y las publicidades”.

Y agregó: “También hay otros capítulos que son reflexiones sobre cómo hacer periodismo de género, qué significa el enfoque de género, cómo se aplica o no y por qué es necesario; otro sobre feminicidio (los asesinatos de mujeres por razón de género, perpetrados por sus maridos, parejas, novios o ex parejas) o las mujeres que llegaron al poder y cómo tratan los medios estos temas; la polémica del lenguaje sexista; o recomendaciones sobre cómo abordar el tema de la trata de personas, que está siendo muy visible en los medios y a veces con algunos problemas, especialmente para explotación sexual”.

MUJERES Y HOMBRES

Sonia Santoro definió al periodismo de género como una forma de “mirar la realidad haciéndote una pregunta básica: cómo afecta ese hecho periodístico de una manera distinta a las mujeres y a los hombres; ver las diferencias en cualquier tema y no en los típicos temas llamados de mujeres, ya que también podría ser en temas de economía o política”.

Sin embargo, advirtió que “también tiene que ver con dar visibilidad a las mujeres porque históricamente han estado invisibles. Hay que hacer un acto de reparación. Ésas serían las dos líneas de trabajo que estamos llevando adelante”.

Consultada en relación a si los hombres que se desempeñan como periodistas aceptan este punto de vista, admitió que “el tema es difícil, más complicado, pero ha habido periodistas sensibles o grupos de hombres por la equidad que están luchando por estas cuestiones. Si bien también son perjudicados por cómo está funcionando la sociedad en este momento, la peor parte la tenemos las mujeres y es más fácil para ellos quedarse en el lugar en que están. Por eso nosotras también hacemos capacitaciones porque es importante ir metiendo estos temas y palabras nuevas para sensibilizar a varones”.

TEMAS CANDENTES

“La violencia contra las mujeres -admitió- es uno de los temas que más se ve cotidianamente. Aparece tratado bastante escandalosamente a veces, sobre todo cuando hay otros ingredientes como si la mujer es de dinero o está vinculada al espectáculo. Ahí hay bastantes problemas con cómo se abordan estos casos”.

En este sentido, sugirió “erradicar el mote de ‘crimen pasional’ cuando se habla de violencia de género porque no se trata de un arrebato, de un impulso, sino que es un delito y no se puede justificar como un arrebato de la pasión, porque estaba borracho, o porque se habían peleado. La idea es sacar esas justificaciones”.

Y agregó: “También es importante contextualizar esa información (el caso en sí), explicando si hubo denuncias previas de maltrato, y también en relación al fenómeno de la violencia de género, explicando que no es un caso aislado, tanto en la ciudad como en el país y el mundo. También se pone mucho acento en la víctima y se deja de lado el victimario. Por eso, hay que dejar de echarle la culpa a ella de lo que pasó”.

Sin embargo, mencionó que otros temas fuertes “tienen que ver con la salud sexual y reproductiva, el acceso a la posibilidad de tener o no un hijo (de cuidarse), la violencia y la trata de personas. En todos está en juego la vida de las mujeres. Pero también hay otros temas: el acceso a la justicia, las posibilidades que tenemos las mujeres de tener más tiempo libre; son cosas que tiene que repensar la sociedad, porque van sucediendo, desde otra óptica”.

CONSEJOS SALUDABLES

En base a su experiencia, la licenciada en Comunicación Social -graduada de la UBA- ofreció una serie de pautas para poder ejercer correctamente el periodismo de género “con todas las letras”: “Tenemos que introducir esta pregunta nueva acerca de la diferencia entre varones y mujeres ante cualquier hecho; ver cuáles fuentes consultamos; tratar de que haya tanto varones como mujeres opinando y que las mujeres que opinan no siempre lo hagan en calidad de testimonio, como suele suceder; recurrir a especialistas con enfoque de género para los distintos temas. Si se corrigen estas cosas -que parecen mínimas- se notará una diferencia en las notas”.

Otra recomendación de una de las compiladoras del libro “Las palabras tienen sexo II” consistió en “algo muy sencillo de hacer: feminizar las profesiones, que algunos medios han incorporado a partir del debate por Cristina Fernández como presidenta, pero no todos por igual. Cuidar el lenguaje es otro gran ítem para que sea inclusivo y no peyorativo con las mujeres. Por ejemplo, no se debe hablar de la vestimenta de la presidenta y hay que nombrarla con su nombre y apellido de soltera y no sólo con su nombre de pila o el apellido de su marido”.

En tanto, mencionó que también hay que tener precaución al momento de publicar imágenes. “Se ponen imágenes de mujeres para ilustrar cualquier cosa (como en el espectáculo) en los medios más sensacionalistas. Siempre hay modelos o vedetes en poses sexies. Pero por otro lado faltan imágenes de mujeres en otros espacios y de otro tipo de mujeres; sólo las que cumplen el requisito de ser jóvenes y bellas. La idea es variar las imágenes y lograr un cierto equilibrio. Estas son otras cuestiones a tener en cuenta”.

Por último, se refirió al perfeccionamiento de los y las periodistas. “Más allá de los contenidos (sobre periodismo de género) también está la cuestión profesional, ya que es deseable que las periodistas puedan acceder a puestos de edición y dirección, más jerárquicos”.

+ información

Artemisa, asociación civil

www.artemisanoticias.com.ar


ENSAYO Y ANÁLISIS

“Las palabras tienen sexo II. Herramientas para un periodismo de género” -publicado por Artemisa Comunicación Ediciones- fue presentado recientemente en la Escuela de Periodismo Eter de Buenos Aires y contó con la participación de periodistas destacadas por su compromiso con la labor periodística y su conciencia sobre la igualdad entre varones y mujeres.

Es un libro de ensayo y análisis compuesto por doce capítulos, compilado por las periodistas Sonia Santoro y Sandra Chaher (directoras de Artemisa Comunicación y del portal Artemisa Noticias, ex integrantes de Las 12, suplemento del diario Página 12), y escritos por académicas, como Mónica Tarducci, Eleonor Faur y Claudia Laudano, entre otras, así como por periodistas especializadas en género como Gabriela Barcaglioni, Luciana Peker, Carolina Escudero, y las compiladoras.

Es la continuación del libro “Las palabras tienen sexo. Introducción a un periodismo con perspectiva de género”, también publicado por Artemisa Comunicación Ediciones, que salió a la calle en julio de 2007.

Los capítulos abordan temas como historia del feminismo en Argentina, diferentes paradigmas de investigación de comunicación, las masculinidades en los medios, la salud sexual y reproductiva en el periodismo, sensibilización tecnológica, el lenguaje no sexista, la paridad en los medios, los feminicidios en los medios de comunicación, cómo abordar la trata de personas desde el periodismo, publicidad y estrategias para incidir en los medios de comunicación.


datos APORTES

La publicación cuenta con un anexo en donde se incluye un decálogo del diario Público de España sobre cómo tratar a la violencia contra las mujeres y otra de la Red Par de Argentina. También ofrece un anexo denominado “Las 10 P del periodismo argentino”, que plantea las diez pautas básicas, y otro especial sobre salud sexual y reproductiva.

Violencia contra mujeres indígenas en el Chile “multicultural y diverso”


Verónica Zegers Balladares

Ser mujer indígena en Chile implica una doble o triple condición de discriminación, referida a su etnia, clase y género. A la cultura discriminatoria chilena, se suma actualmente el estigma, la violencia y criminalización de las demandas históricas generadas en el contexto del llamado “conflicto” mapuche; la violencia institucional (policial, de estado, escuela, entre otras). Y por último, la violencia de género que se reproduce al interior de sus propias culturas. Constituyendo todas ellas expresiones violencia patriarcal.


En lo referido a la violencia institucional en Chile, relacionado al marco de las leyes, instrumentos jurídicos internacionales y políticas públicas, encontramos que el artículo 8 de la Ley Indígena en Chile (19.253) vigente desde 1993, sanciona como una falta civil la discriminación hacia las personas pertenecientes a una etnia indígena. Asimismo, el convenio 169 de la OIT, vigente en Chile desde el año 2009, regula la discriminación indígena en el marco del derecho internacional. No obstante, desde el año 2008, duerme en el Senado el Proyecto de Ley de No Discriminación, que - entre otras condiciones - sanciona las prácticas discriminatorias por raza, color, origen étnico, sexo, género, orientación sexual, creencia, origen cultural o socioeconómico, idioma o lengua.


Por otra parte, en el marco de la Ley de Violencia Intrafamiliar ( VIF ), vigente desde el año 2005, no se incluye como variable la pertenencia étnica de las mujeres víctimas de violencia , así como tampoco de los agresores. En lo referido al Plan de Igualdad de Oportunidades, el Sernam hasta la fecha, no ha incorporado metodologías con pertinencia cultural en sus programas regionales dirigidos a las mujeres que sufren violencia. Asimismo, la CONADI, no incluye una línea de violencia en contra de la mujer.


En lo que respecta a la población de mujeres indígenas que viven con VIH/Sida, desde hace algunos años, en las políticas del Ministerio de Salud -y a partir de un enfoque de prevención socio-sanitaria -los pueblos originarios se identifican junto a las mujeres, los jóvenes y otros grupos, como “población vulnerable emergente” (PVE). Es decir, como un grupo que muestra incremento en materia de factores de riesgo y vulnerabilidad en la adquisición del virus. Así, desde al año 2009, se comienza a incorporar la identidad étnica en la base estadística de algunos programas regionales de VIH/Sida. Sin embargo, no existe en la práctica una articulación a los programas regionales de salud intercultural.


Lo preocupante del vacío metodológico en estas materias, no se centra en la inexistencia de una variable específica que permita “identificar” la pertenencia étnica (que para algunos casos, podría significar el agregado de otro factor de discriminación y control social). Sino más bien, al hecho de no lograr abordar dichas problemáticas a partir de una real y adecuada pertinencia cultural. Llevándolo a la realidad de las mujeres indígenas, lo anterior, refleja una grave violación y vulneración de sus derechos individuales y colectivos; debido a la clara falencia en la implementación de planes y programas regionales y locales que no incluyen una mirada de género acorde a sus realidades, formas y visiones de vida. Con esto, vemos como, tanto la inter como la multiculturalidad, tan proclamadas hoy en el discurso de las políticas públicas, quedan en una mera declaración de principios.


Entonces, ¿ podemos hablar de un Chile diverso y multicultural? ¿qué hay tras el enfoque multicultural que ha promovido el Estado? A mi juicio, más que orientarse en las diferencias y particularidades identitarias y socioculturales existentes en Chile, tiende a la normativización y homogenización cultural, corriendo el grave peligro de transformarse en un proyecto de regulación nacional.


Es necesario y pertinente, que como sociedad civil, y esencialmente desde el trabajo político entre mujeres, nos detengamos y hagamos el intento de comprender, que cuando hablamos de violencia en mujeres indígenas, debemos (re)conocer las distintas culturas, identidades, realidades y contextos en las que se genera y vive la violencia.
Verónica Zegers Balladares*

Nos encontraremos así, con que en Chile, dentro de esta definición existen las realidades de pueblos como el Mapuche, Aymará, Rapanui, Quechua, Collas, Kawashkar o Alacalufe, Yamana o Yagan (reconocidas en la ley indígena) cada una de ellas con sus propios contextos urbanos y rurales, elementos de migración, y muchos otros factores necesarios de conocer al momento de generar redes de apoyo y trabajo político. Son las mujeres (y también hombres) pertenecientes a estas culturas y realidades, quienes podrán evidenciar a partir de sus vivencias, sus propias demandas y necesidades. Invito entonces, a que en el propósito de desnaturalizar y erradicar la violencia contra las mujeres en sus distintas identidades y esferas, tratemos de romper con esta especie de carga histórico-cultural colonizadora, y enfoquemos nuestros esfuerzos en construir un verdadero camino hacia las relaciones interétnicas, escuchando, y por sobre todo, respetando la autodeterminación y los propios procesos socioculturales y sociopolíticos.

*Trabajadora Social

http://www.nomasviolenciacontramujeres.cl/node/1068

sábado, 4 de septiembre de 2010

Lanzamiento de la campaña nacional CUIDADO! EL MACHISMO MATA


Estimad@s amigas y amigos

La Red Chilena contra la violencia domestica y sexual de Arica y Parinacota y la Red de organizaciones de mujeres Arica –Parinacota. Te invitamos para el día jueves a las 19:00 hrs. En 21 de Mayo, frente el banco del Estado. Al lanzamiento de la campaña nacional CUIDADO! EL MACHISMO MATA. Que será con la tradicional instalación del Memorial a las Mujeres víctimas de femicidio.

Te esperamos

nomasviolenciacontralasmujeres@gmail.com